Desde LaVidaIntrauterina recogemos el reportaje de Ángela Boto publicado en El País -suplemento Salud de Agosto 2007 sobre la Psicología Prenatal, "La vida emocional empieza en el útero":
Si el desarrollo neurológico se inicia en el útero, no es extraño que las trazas psicológicas de unas personas puedan remontarse a las experiencias intrauterinas. Aunque de desarrollo muy reciente, la psicología prenatal es una disciplina que comienza a aportar evidencias sobre la influencia de las emociones de la madre en el feto y cómo la vida emocional se inicia en el útero.
“¿Te acuerdas de cuando estabas en el vientre de mamá? Sí, se estaba muy bien, pero al principio olía mucho a pescado”. Esta es una de las muchas respuestas sobre memorias prenatales recogidas por Claude Imbert, una oncóloga francesa que abandonó su especialidad para dedicarse al estudio de la vida en el útero materno. Lo cierto es que la madre del niño que contestaba a la pregunta había pasado los primeros meses de gestación tomando hígado de bacalao.
Imbert reconoce que todavía no hay una confirmación científica de esta memoria, sin embargo, “los ejemplos concretos encontrados a lo largo de casi 20 años son prueba de su existencia”. La especialista asegura que muchas de las personas con las que ha trabajado en esas dos décadas han recuperado recuerdos, desconocidos antes, que después han sido confirmados por los padres. “Muchas personas se han curado de ciertos síntomas o han cambiado un esquema de vida repetitivo del que no lograban salir”, explica Imbert, quien ha vivido esta experiencia en primera persona. “Atravesaba una época difícil de mi vida. Estaba haciendo meditación y de repente me encontré en el vientre de mi madre”, dice. Al comprender las emociones que llevaban a su madre a pensar que no era un buen momento para que su bebé llegara, “encontré la explicación a un comportamiento repetitivo de desvalorización y falta de confianza”, añade. Imbert ha escrito un libro titulado El futuro se decide antes de nacer y ha desarrollado un método para recuperar las memorias prenatales.
Bases de una nueva disciplina
Quizá para muchos sea difícil de imaginar que un feto pueda acumular memorias, sin embargo, en los últimos años no sólo se han recabado datos relativos al impacto de la vida intrauterina en la salud y el comportamiento adulto, sino que se ha desarrollado un área dentro de la psicología que es la psicología prenatal. Pero todavía se conoce poco. El problema parece ser que “las informaciones que genera la ciencia no llegan al público”, opina Pilar Vizcaíno, psicóloga y presidenta de la Asociación Nacional de Educación Prenatal. De ahí que esta asociación realice numerosas actividades educativas para hacer llegar a padres, educadores y también a los jóvenes la importancia de este periodo de la existencia. Ya en los años setenta se creó la Sociedad Internacional de Psicología y Medicina Prenatal y Perinatal. Su presidente abría uno de sus congresos diciendo: “Si se quiere crear un ser humano o sociedad sana, no violenta y creativa, hay que garantizar las condiciones más óptimas posibles en las primeras etapas del desarrollo. Sólo entonces podremos llegar a la verdadera prevención de las enfermedades, de los trastornos mentales, emocionales y físicos, del odio, la intolerancia, la violencia y la guerra en el individuo y en la sociedad”. Lo cierto es que, partiendo del momento de la concepción, el embrión primero y el feto después recorren un apasionante camino en el que van incorporando informaciones y experiencias que dibujarán más tarde lo físico y lo psíquico de la persona adulta.
Desarrollo neuropsíquico
Durante los tres primeros meses de gestación las energías se invierten en el desarrollo físico, es decir, que todo lo que viene de la madre y del exterior va a impactar en este plano. Durante los seis meses restantes el acento se pondrá en el desarrollo neuropsíquico. “Cada embrión recapitula la filogénesis, la historia de la vida desde la aparición del primer ser vivo”, escribe Marie-Andrée Bertin, presidenta de la Organización Mundial para la Educación Prenatal, en su libro La educación prenatal natural. Y eso es porque, según la autora, en la evolución, antes de llegar al estado de mamífero el embrión humano ha pasado por el de pez, anfibio, reptil y ave. De esta memoria evolutiva parte cada ser humano en concreto. “Primero el embrión y luego el feto integran en la gestación las informaciones particulares que recibe de las dos líneas genealógicas que aportan los padres e inscriben a continuación las de su propia vivencia prenatal”, sostiene Marie-Andrée Bertin.
Efectos del estrés en la vida uterina
Ya es de sobra conocido que el estrés durante el embarazo provoca trastornos tanto fisiológicos como psicológicos que pueden perdurar en la vida adulta. Numerosos experimentos han demostrado que las descargas de cortisol, la hormona asociada a los estados de tensión emocional, dejan huellas en el cerebro del bebé y que, en ocasiones, estas descargas pueden influir en que se convierta en un adulto con irritabilidad y trastornos del comportamiento y algunas hipótesis apuntan incluso a que podría conducir a desarrollar patologías como la diabetes o alteraciones cardiovasculares. El estrés puede dejar su marca desde el instante mismo de la concepción. “El estrés psicológico de la madre en el momento de la concepción o de la nidación (cuando el óvulo fecundado se asienta en la mucosa uterina) puede modificar la distribución de los receptores de la hormona del crecimiento, perturbar la formación de la placenta y, en consecuencia, provocar un retraso del desarrollo”, escribe en su libro Adrián o la cólera de los bebés, Jean- Pierre Relier, un conocido neonatólogo francés, apoyándose en las investigaciones del biólogo canadiense Victor Han.
Fomentar las emociones positivas
También existen evidencias que relacionan las emociones negativas de la madre tales como el miedo, la ansiedad o el rechazo del embarazo con una mayor tasa de abortos espontáneos, de complicaciones durante el parto y de prematuridad. En el libro mencionado más arriba, Relier resume su experiencia de más de 20 años tratando grandes prematuros. Lo hace relatando el recorrido psicológico y emocional de una pareja para ayudar a su hijo nacido a los cinco meses y medio de gestación con un peso inferior a un kilo durante el que descubren su responsabilidad psíquica en la prematuridad del bebé. Pero que nadie se asuste porque, al igual que se puede trasmitir lo negativo, los mismos canales sirven para conducir los influjos positivos. “Muchas mujeres saben que una sonrisa interior, una cancioncilla en voz baja o un descanso al sol son tan benéficos como una inyección de betamiméticos [sustancias empleadas para impedir un parto
prematuro]”, escribe Relier. Se han descrito casos de mujeres con amenaza de aborto que pararon las contracciones a base de concentrarse en comunicarse con el bebé. En estas situaciones, Claude Imbert explica que “se pregunta a la mujer qué es lo que le está ocurriendo, qué emociones experimenta, se busca la raíz y después habla al bebé”.
La vía de las hormonas
Las informaciones sobre el estado emocional de la madre —y por extensión sobre el entorno— llegan al feto a través de las hormonas que viajan por la circulación sanguínea y atraviesan la placenta. Bien es cierto que existe una cierta carga de estrés que es muy difícil evitar, pero hay que tener en cuenta cómo funciona el cerebro para contrarrestar los acontecimientos más o menos desagradables. El cerebro es el encargado de dar la orden de distribuir las hormonas y no distingue entre lo real y lo imaginario, es decir, que pensar o imaginar en positivo creará una cascada química de bienestar que bañará al bebé. Obviamente, lo contrario también se cumple. Además de las hormonas maternas hay otros medios de comunicación con el feto. Los sentidos comienzan a desarrollarse y a estar activos relativamente pronto y existen numerosas maneras de dirigirse a los sentidos en desarrollo del bebé para reconfortarlo, para crear un vínculo de afecto y confianza que pueda influir en su vida adulta y también para estimularlo. “Esperar un hijo es una ocasión de enriquecerse, de embellecer su vida, para enriquecer y embellecer la estructura del niño y sus primeras experiencias sensoriales”, sugiere Bertin. Si lo desean, los padres tienen un vasto espacio para desplegar toda su creatividad.
Para saber más:
- Marie-Andrée Bertin: La educación prenatal natural. Editorial Mandala, 2006.
- Claude Imbert: El futuro se decide antes de nacer. Ed. Desclée de Brouwer, 2004.
- Jean-Pierre Relier: Ama a tu hijo antes de que nazca. Martínez Roca, 1994.
- Alfred Tomatis: Nueve meses en el paraíso: historias de la vida prenatal. Editorial Biblària, 2001.
- Jean-Pierre Relier: Adrien ou la colère des bébés. Ed.Robert Laffont, 2002.
- Thomas Verny: El futuro bebé: arte y ciencia de ser padres. Urano, 2003.
- Lennart Nilsson. Nacer, la gran aventura. Editorial Salvat. 2006
- Claude Imbert impartirá un seminario en Madrid los días 5 a 7 del próximo mes de octubre de 2007. Puede encontrarse información sobre el programa previsto en la página de la Asociación Nacional de Educación Prenatal, en la siguiente dirección: http://www.pangea.org/anep/index.htm
(El País -suplemento Salud. Agosto 2007. Número 5. En portada. La vida emocional empieza en el útero, texto de Ángela Boto)
Descargar el pdf original: http://salpub.uv.es/premsa/20070811elpsld_1@24.pdf