“Las
relaciones familiares
son intrínsecas al engendrar.
Intrínsecas
y esenciales
porque cada ser humano
es un ser familiar.”
“En
la reproducción asistida «algo» se pierde siempre.”
“No
podemos dejar de ser hijo de quienes nos engendraron,
ni madre o
padre de aquellos que hemos engendrado,
ni hermano, o nieto...”
“Cuando
se fuerza artificialmente
que se fecunden mutuamente ambos gametos
se arriesga la salud."
“La
forma en cómo se han aplicado las TRA,
desoyendo las evidentes
objeciones de ciencia,
ha creado un problema de salud pública
que
afecta a las próximas generaciones.”
Dra. Natalia López Moratalla
El
siguiente extracto es el último punto del sobresaliente
artículo El precio del «milagro» de los nacimientos por las
técnicas de fecundación asistida firmado por la Dra. Natalia
López Moratalla y publicado en Cuadernos de Bioética XXIII,
2012/2ª:
"8.
Relaciones familiares ancladas en el engendrar
Los
valores familiares –a diferencia de los valores de otras relaciones
humanas como la amistad, el compartir la misma patria, etc.– hunden
sus raíces en el nivel biológico de la persona.
La
unión de los cuerpos personales de uno y una –la única y
especifica unión que les permite engendrar– implica los
cuerpos y los amores, sentimientos, deseos, donación..., etc. de las
dos personas. Tal unión crea un espacio procreador humano –no solo
fisiológico– en el que se une el nivel biológico y el nivel
personal de tal forma que cuando engendran el resultado es la persona
del hijo: configuran la identidad real e incambiable del hijo. «Antes
y más profunda que cualquier otra identidad, somos hijos, hermanos,
padres o madres, esposos... Lo que somos, como familiares, lo somos
dentro de una relación... Nuestras identidades familiares son
relaciones de unión»(103).
El verbo engendrar tiene un contenido preciso y riquísimo en ambos niveles –el biológico y el de las relaciones interpersonales– de cada ser humano. No podemos